sólo unos cuantos kilómetros de nuestra costa.
Por lo que nos cuentan, no han parado ni un momento desde que llegaron y, por lo que vemos en las fotos, ¡está claro que no se han aburrido!.
De momento, les ha dado tiempo a aprender sus primeras palabras en árabe, han hecho buenas migas con las chicas y chicos de los barrios más desfavorecidos y... ¡hasta han sacado un hueco para hacer algunos arreglos en la casa de la Misión!, el lugar donde viven las religiosas del Instituto y donde se organizan las clases y actividades para las mujeres marroquíes. ¡Gracias por todo!
La alegría y la buena predisposición, la mejor forma para integrar culturas. |
Echando una mano en la Misión. ¡Gracias! |
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